martes, 30 de diciembre de 2014

Champagne



Me gusta el Champagne, no hace mucho, debo decir. Menos de un año. Pero me gusta, porque alrededor de una botella se comparten muchas cosas y porque un gran bloggero dijo

Champagne y nada más. La bebida de la estrellas, la de los benditos errores, la de las noches largas (tanto…) la única bebida posible del verdadero «bon vivant». Demonios, la única bebida posible. Brillante como el oro, oscura (crece en un en un sótano lleno de telarañas) viciosa, libertina y anárquica, pese a ser el vino de Reyes. Nadie triste con una copa de champán en la mano. El trago de Marilyn, de Oscar Wilde, de Bacon, de Capote (“No creo jamás haber tomado champagne antes del desayuno. Con el desayuno varias veces, pero antes nunca, nunca”), de Chanel y hasta de Camba: el vino francés por excelencia. Alegre, petulante, ruidoso, escandaloso, mujeriego y fanfarrón.

Así que a un solo día del final de este 2014, bebamos champagne, mañana ya habrá tiempo para bebidas fuertes, disfrutemos la última copa de estrellas del año que no volveremos a vivir. 

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Luna Carmona

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