Cuando pienso en lunas de miel pienso en placeres terrenales, la buena vida, la belleza, las muchas horas perdidas y los comienzos marcados por buen vino, y para eso qué mejor que los placeres italianos de la Toscana. Coger un coche, echarse a esas carreteras llenas de polvo y disfrutar de quince días de absoluta relax. Para empezar, llega a Florencia y visítalo todo. Pasea por los largos passillos de L'Accademia y por la Galleria de los Uffizi. Ya habíamos dicho que esto iba de placer, ¿no?
|
Galería de los Uffizi |
A partir de ahí puedes perderte en las bodegas del Valle de Chianti, corazón de la toscana y lugar favorito de foodies, amantes del vino y otras clases de gente inteligente. Si no te gusta el vino, camina por Greve , Castellina o Radda. Puede que te enamores de todas esas pequeñas montañas y no quieras salir, pero aún queda mucho más.
|
Valle del Chainti |
Hay ciudades que no te debes perder, entre ellas Arezzo, Montefioralle, Volterra (a la que muchos recordarán por Crepúsculo) y el Valle de Chiana donde encontrarás monumentos como el Duomo de Cortona, las callejuelas de Civitavella in Val di Chiana o de Montepulciano y las aguas termales de Chanciano Terme.
|
Montefioralle |
|
Chiana |
Para los que les gusten los lugares escondidos, alejados de turistas y otra clase de maleantes, Grosseto. Una ciudad secreta con murallas hexagonales y arquitectura medieval que es una auténtica delicia. Ya estamos junto al mar y es el momento de pasear y divagar entre el paseo marítimo de Porto Santo Stefano, la isla de San Giglio o el Promontorio del Argentario.
|
San Giglio |
|
Argentario |
Para recorrer calles con encanto, el casco histórico de Lucca te dará una mañana fantástica entre torres, mármol y terrazas en la plaza del anfiteatro. Pero en cualquier caso, vayas donde vayas, visites los pueblos que visites, hazlo relajadamente, bebiendo buen café, cenando pizzas de masa fina y sin pensar en el día que tendrás que volver.
Luna Carmona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario